La primera medida de prevención para combatir el mosquito que transmite el dengue está en manos de los vecinos. Son ellos quienes deben sacar los cacharros de su casa para evitar los criaderos. La doctora María Victoria Micieli, investigadora en el Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores de la Universidad Nacional de La Plata, pone la lupa en ese discurso. Y lo cuestiona.
“Cuando basamos la prevención de la enfermedad en campañas de descacharrado, el problema es que queda únicamente en manos del ciudadano y no digo que este no lo puede hacer. Pero no alcanza. Porque si fallamos en la comunicación, llega el brote. Y entonces, hay que salir a apagar el fuego. Es lo que nos pasa siempre”, remarca la especialista. Para ella, es hora de tener una verdadera estrategia de prevención, un manejo integrado que incluya ordenanzas, vigilancia e investigación científica, entre otras cosas.
Micieli formó parte de un equipo internacional liderado por expertos de la Universidad de Yale, Estados Unidos, que buscó determinar la diversidad genética del Aedes aegypti. En ese estudio se demostró que la especie local se cruzó con una subespecie de África. “En algún momento no muy lejano esa subforma selvática del mosquito se habría introducido en nuestro país proveniente de África y se mezcló con la especie doméstica que todos conocemos. A nivel científico, nos abre la puerta a estudiar si esta variabilidad genética puede llevar a un incremento de la capacidad de invasión, pero no hay que alarmarse”, explica.
- ¿Cómo ves la actual epidemia?
- Ha sido una epidemia silenciosa y eso fue un problema. El aislamiento social que estamos viviendo por la covid-19 llevó a redireccionar todas las campañas de prevención de dengue por los medios y por parte de los gobiernos. Es un silencio involuntario, pero que se dio en el peor momento porque estábamos en medio de una epidemia de dengue muy importante. Además, el confinamiento terminó favoreciendo al mosquito que es domiciliario y, al estar en mayor contacto con él, se produjeron muchos más contagios de lo que se esperaba.
-¿No lo vimos venir?
- En esto no se puede dejar de lado la perspectiva histórica. El Aedes aegypti siempre fue muy abundante en el siglo pasado. Se logró erradicarlo en los años 60 después de un gran esfuerzo, que en ese momento fue liderado por Organización Panamericana de la Salud, con brigadas y con el uso de un fuerte químico hoy prohibido por los daños que produce al medio ambiente (DDT). Pero, como ocurre casi siempre, los organismos encargados de la vigilancia se relajan. Reingresó al país en el 89, hubo brotes en el 98 en Salta y epidemias en el país en 2009, en 2016 y en 2020. Ahora, con la complicación de que aparecen tres serotipos del virus circulando. ¿Esto nos tomó por sorpresa? La respuesta es no.
- ¿Que hicimos mal?
- Basar la prevención en las campañas de descacharrado. No alcanza. Porque con esa estrategia llegamos tarde, cuando ya está la epidemia. Y tenemos que recurrir a las fumigaciones con químicos. No solo generan daño ambiental, sino también resistencia. Tenemos investigaciones en todo el país sobre la resistencia de los mosquitos a los insecticidas.
- ¿Qué otras alternativas hay de prevención?
- Contamos con líneas de investigación, acciones de control con enemigos naturales (hongos, virus y bacterias) que infectan poblaciones de Aedes y son capaces de producir la muerte de estos o intervenir en el nivel de desarrollo, en su capacidad de reproducción o en su competencia vectorial. Por otra parte estamos probando trampas que atraen mosquitos y los matan para complementar las tareas de las personas en domicilio. La idea es que todo sea complementario dentro de una estrategia de manejo integrado, que lo sumemos a lo que ya sabemos que es efectivo en prevención.
- ¿Qué podrían hacer los gobiernos además de fumigar?
- La fumigación vende y la gente se siente más tranquila. Fumigar una plaza o un parque no sirve de nada; es puro marketing. En estos sitios vive otro tipo de mosquito que no es el que transmite el dengue. El Aedes aegypti está en nuestra casa. En vez de enfocarse en los espacios verdes, los estados municipales deberían ocuparse de los espacios que son críticos y que no pueden ser responsabilidad del ciudadano común. Hablo de los cementerios, de las gomerías y de las chatarrerías. Se podría incluso regular con ordenanzas esos sitios y que allí sea obligatorio fumigar y deschatarrar. Los neumáticos en desuso son los sitios por excelencia donde se cría este mosquito. Además, deberían fortalecer las campañas para que sean durante todo el año. Si lo hacemos en verano, estamos llegando tarde. Es más barato y más simple si se hace todo el año.